Roberto Arismendi Rodríguez
La noche tiene otro color ahora,
no inundan tus sueños esta alcoba
ni tu sonrisa diluye los fantasmas;
no hay música ni callejones,
no hay frutos silvestres
para el aroma de tu cuerpo;
eres recuerdo,
sólo recuerdo que reconstruye el tiempo.
Alargo mi tacto
y no te alcanzo,
eres sólo parte integrante del deseo
y el amor
es gozo de saber
que un día,
como ayer,
recorreré de nuevo
el inmenso océano de tu piel dormida.
Encenderemos fogatas
entonces
para invocar dioses
que inventemos,
entre aromas difusos
y castillos de ensueño o leyenda.
Esta es otra ciudad,
es cierto,
pero
también estás
aunque en otra advocación
mas con el mismo asombro
como cuando descubres
de repente
el cielo, el gozo, el sol,
con otros tonos distintos
o el color infinito de la dicha
y entonces yo nombro tu nombre
y me pierdo otra vez en tus rincones
hasta
que la luz de nuevo
nos descubre el tiempo.