jueves, 22 de noviembre de 2012

Poesía La Leyenda de los volcanes Poesía Coral


Leyenda de los volcanes
(fragmento)
Rafael López
***
Ahí están; cual invencibles torres de Dios; con herrumbres
De cien siglos y despojos de cien razas... sus pilares,
sosteniendo de los cielos las espléndidas techumbres
lanzan al azul los duros capiteles de sus cumbres,
calcinadas por el fuego de las púrpuras solares.
***
Ahí están las bravas cumbres, de los astros fronterizas
de gloriosas tradiciones y episodios mil, cubiertas;
y cargando las mortajas de las nieves invernizas,
como dos blancos patriarcas que conservan las cenizas
levantadas en el viejo polvo de las razas muertas.
***
Por encima de la noche, su gigante flecha lanza
el triunfal Popocatépetl en su ascensión
y espejismo de oro sueñan en 1a alegre lontananza.
Tal se eleva de la angustia más profunda, la esperanza,
y la vida se decora con mirajes de ilusión.
***
Ellos saben los tormentos de las razas ya vencidas
que formaron a la sombra de su mole colosal,
un imperio con florestas por jardines, cual los druídas
cuando vieron las dos alas de aquella águila, tendidas,
recogerse en las riscosas esmeraldas de un nopal.
***
¿Qué feroz Huitzilopochtli, que Ahuitzol de mano aviesa,
sobre el Ixtaccíhuatl tendió pálida y sin vida,
a la virgen ignorada que en sus hielos quedó presa?...
¿No será el trágico símbolo de una raza, la princesa
que insepulta entre sus riscos para siempre está dormida?...
***
En sus torres asomados los eternos centinelas,
cuando los conquistadores espantaron el quetzal
y con mágicos alisios en las almas y en las velas
acercaron a estas playas sus audaces carabelas,
vieron redondearse el Globo con el mundo occidental.
***
En un golpe de tormenta que dejó rotas sus brumas
-oponiéndose a los hombres rubios, vástagos del sol
contemplaron a Cuauhtémoc más valiente que los pumas,
al terrible Sagitario del salvaje airón de plumas.
que tronaban sus torrentes con su ronco caracol.
***
Cuando como un sudario la silente luna empina
sobre el pálido Ixtaccíhuatl su azufrosa calavera,
pasa en una visión trágica Moctezuma Ilhuicamina,
arrastrando el vano espectro de la infiel doña Marina
por las sierpes de Medusa de su indiana cabellera.
***
En aquella alba de gloria de infinitas claridades
que una noche de tres siglos derrumbó con sus fulgores,
los volcanes advirtieron en sus mudas soledades
ascender hasta sus cumbres, las nacientes libertades
que arrojó a todos los vientos la campana de Dolores.
***
El orgullo de su frente cristaliza los anhelos
y los triunfos de los héroes victoriosos; a ellas sube
por el gran vapor de lágrimas de la Patria envuelta en
duelos,
la esperanza en un Hidalgo, la epopeya de un Morelos:
un fanal en un eclipse y un bridón sobre una nube.
***
Almas, si querels gloriosas palmas, sed como volcanes:
conservad, vivos, los fuegos de las esperanzas buenas,
y alegremente encaradas a borrasca y huracanes,
surgiréis más luminosas de los múltiples afanes
cual las esplendentes cumbres en los vértigos serena...
***
Ahí están inconmutables. Torres de Dios. Soberanos.
Indice de tradiciones, de leyendas cementerios.
Arrecifes de las luchas y el afán de los humanos,
en sus cúspides se rompen los bullicios ciudadanos
y sus pórfidos son lápidas de ciudades y de imperios.
***
Ahí están; y en la grandeza de su triunfo solitario,
en la paz y en el silencio de su augusta eternidad...
ven que en un cuadrante insólito, un gran sol extraordinario
marca la hora memorable que da vida a un centenario
la hora santa, la hora inmensa, la hora de la libertad...

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