Abraham Rivera Sandoval
Torpe…me dijiste un día
y tu voz en el salón
resonó en mi corazón
y huyó de mi la alegría
Después que tu voz oyeron,
aunque al pricipio hubo azoro,
mis compañeros en coro
torpe…torpe…me dijeron.
Dí maestro…hubo razón
para que tú, con enfado,
me dejaras humillado
sin tenerme compasión?
Ahora que el tiempo ha pasado
maestro, te doy mi consejo
ya no formes el complejo
que a un niño deja marcado.
Por mi parte ahora te digo
que el daño que me hiciste
por fortuna ya no existe.
Y como amigo te escribo.
Soy psiquiatra, por decir,
puesto que estoy titulado,
y me ofrezco con agrado…
por si te puedo servir…