"Un abrazador sol de mediodía nos invita a buscar espacio de sombra que mitigue el evidente calor y cansancio que encontramos en esta jornada llena de misticismo en honor del Huey Atlixcayotl. Sin embargo, que mejor descanzo que disfrutar de la danza "de moros y cristianos", similar a la que se realizaba hace 500 años, los pobladores de estas ricas tierras, o también observar los concursos de interesantes y simpáticas bandas de música, o de carretas y la de animales enflorados... o recorrer en detalle la muestra gastronómica y la exposición de flores y follajes o de artesanías en la plaza central de Atlixco...
Este cuadro es una imágen parcial del inmenso paisaje que ofrece a cualquier visitante extranjero o nacional la semana del 19 al 27 de septiembre de cada año, este productivo llano que se nutre con las aguas del deshielo del majestuoso Popocatépetl. Vayamos hacia atrás en un breve recuento histórico. De filiación náhuatl, los pobladores de este rico valle poblano vivían de la caza, la siembra y la recolección de productos agrícolas. Asimismo, se han localizado en los alrededores de Atlixco, abundantes vestigios arquelógicos, tales como entierros, adoratorios y pirámides aún inexploradas. En la mitad del cerro de San Miguel (antes conocido como Popocatita), junto a la ciudad, se halló cerámica del período Clásico y, un poco más arriba, se encuentra un adoratorio que conserva intactas las escaleras y el piso aún recubierto de estuco y bruñido. Con el creciente poderío mexica, los llanos de Atlixco eran el camino natural más fácil para cualquier ataque de parte de los pueblos del Valle de México, tal como lo señala Claude Davis en su obra: "los señorios independientes del imperio azteca".
Tras el recorrido de la región por los primeros españoles y su posterrior asentamiento, las fértiles tierras del valle de Atlixco fueron repartidas a importantes vecinos. Éstos iniciaron el cultivo de árboles y plantas de Castilla, para ser desplazados años después por el cultivo intensivo del trigo. Para diversos autores que se abocaron al estudio histórico de la zona, el valle fué el primer lugar de la Nueva España donde los conquistadores aplicaron técnicas agrícolas europeas, como el uso intensivo de la irrigación y la mano de obra asalariada.
Así, en 1570 se fundó la ciudad que alcanzaría un siglo después el rango del productor más importante en cereales de la Nueva España. Hoy, a 157 km (98 millas) de la capital mexicana,México D.F.(se llega por carretera) y a solo 20 minutos de la capital del estado dePuebla surge esta ciudad que alberga más de 92,000 habitantes. Aprovechando su agradable clima -los citadinos afirman con orgullo y modestia a la vez, que gozan del mejor clima del mundo-, los invernaderos se han convertido en la actualidad en uno de los pilares básicos que mueven la economía de la región.
Las actividades principales se concentran en la plaza central, a la que nos acercamos con curiosidad observando la diversidad de visitantes y de puestos que exponen productos artesanales, alfarería, follajes, bebidas y alimentos nativos, prendas de vestir y cuadros entre otros".
"Hay que abandonar el vehículo y acercarse caminando hasta la ladera del cerro de San Miguel, eje sobre el cual gira esta ancestral fiesta. Aunque la mayoría solo habla la lengua nativa, algunos nos revelan su origen: "vinimos como todos los años de Zacapoaxtla, en la Sierra norte de Puebla y sólo nos iremos el martes, cuando hayamos vendido los productos que trajimos".
En este domingo el sol nos cubre con mayor ímpetu, pero no escasean los espacios de sombra. Al iniciar el escalamiento del cerro , los típicos vendedores ambulantes se aprestan a batallar en la agobiante jornada, sin importarles la cantidad ni la calidad de los concurrentes. Espacios adelante, pequeños papalotes con vivos colores (barriletes sin cola) emergen de las orillas del monte recreándonos con su colorido y orientando sobre las dimensiones reales del mismo. Desde el tope del pintoresco San Miguel , se alza una capilla: es el convento franciscano de Nuestra Señora, terminado en 1571 por los conquistadores y que lleva su firma de arquitectura colonial. Un enjambre de feligreses espera su turno para entrar al recinto y seguir una costumbre religiosa, mientras se dejan oir las tradicionales "Mañanitas", popular canción de onomásticos en México.
Desde la cumbre, el paisaje llena los ojos de cualquiera: montañas bien perfiladas, sembradíos de varios tonos y héctareas bordadas de flores con el siempre imponente Popocatépetl, el volcán de las nieves eternas... digno marco para recrearse pintando. Paisaje que justifica sin lugar a dudas la riqueza del otrora granero más importante de la Colonia. Antes de descender, convivimos con algunos grupos étnicos; nahoas, otomíes, totonacas, tepehuas, popolocas, mixtecos, mazatecos llegaron con orgullo representandos en la Fiesta mágica del Huey Atlixcayotl. Nos deleitan sus conversaciones en náhuatl, nos deja boquiabiertos, y luego nos dedicamos a ocupar un lugar con buena visión del espectáculo, labor que nos lleva varios minutos. Mientras, saboreamos algunos de los antojitos que ofrecen, inumerables guisos donde se combinan las manos más hábiles , las tradiciones más picantes y los ingredientes regionales siempre deliciosos.
A la derecha ubicamos un pequeño monumento que nos deja sorprendidos, ante grabados que representan a deidades mexicas, en cuyo centro reza el poema náhuatl:
MACUILXOCHITL
Tla otie nin tehpac Atlixco ixtlahuactli nic mahcoas xic tlatlahti in Tlaloc ma tech hual tlacoli in atlin totech monehqui ica tiyoltosqueh.
La traducción, sobre una placa señala:
"Si escogiste este hermoso Valle de Atlixco para florecer, ruega a Tláloc que nos envíe el agua que necesitamos para vivir".
Y mientras descendemos, el jolgorio crece en esta auténtica cuna de la identidad de grupos étnicos. un par de señoras, morenas y silenciosas y con bellos tocados de flores sobre la cabeza, nos indica algunos senderos, esos que se abren entre las hierbas de tanto pisar y caminar.
Todos animados por el evento de mayor atracción y peligrosidad de la fiesta: el juego de los voladores, un pálido reflejo de antaño. Y comprobamos que también llegan de otros estados, como Hidalgo, Oaxaca, Veracruz y Tlaxcala, haciendo gala de su presencia los yaquis, los zapotecas, los huicholes, mazahuas, triques, mixes, tarascos y los reconocidos mayas -que nunca deben faltar- creando un verdadero collage de razas. De Puebla, contribuyen 11 regiones etnográficas a rendirle culto a Quetzalcóatl, agradeciendo el inicio de sus tiempos de cosecha (de los valles centrales, de la zona de los volcanes, de la tierra caliente, de la huasteca poblana, de los llanos, de la costa, entre otros)".
"Ya instalados en la mitad del cerro, seguimos detalle a detalle los primeros rituales, en la Plaza de la Danza de San Miguel. La representación de una boda, con dos jóvenes de la zona de los Volcanes, la danza apache del grupo totonaco y un son tehuano del grupo originario de Salina Cruz, Oaxaca, son los números previos al "juego de los voladores".
Ahora sí, todos los ojos de los cerca de 30,000 espectadores se concentran en la emocionante ceremonia. El sonido de la flautita (chirimia) y el tamborcito (teponaztle) -tan contagiante por su precisión como por su ritmo- es señal de comienzo y de trepar por ese palo de 35 metros de altura (115 pies), acción que realizan con destreza y agilidad encomiable.
Ya en el tope, el caporal se coloca de cara al cielo, en el centro (lugar sagrado), y se dirige a todos los dioses, pidiéndo protección para cada uno de sus compañeros y para él. La primera invocación la hace para el volador que se situa al Oriente, luego para el del Poniente y el Norte, para terminar con el Sur.
Cuando los cuatro voladores principian la primera de las 13 vueltas multiplicadas por 4 (voladores) suman 52, años que completaban un siglo indígena, años que eran el fin y el comienzo de una nueva era en la vida de los pueblos que fueron la raíz del México de hoy...y descienden sostenidos por esa soga, como si fuesen rayos de sol prestos a fecundar la tierra, es el momento culminante, cuando ya se suspira hondo y se relaja el cuerpo, los "pajaros" ya adquirieron su posición vertical y la muchedumbre descarga los merecidos aplausos. -Los voladores antiguamente utilizaban un disfraz de águila, ya que éstas representan a las almas de los guerreros muertos y sacrificados en las batallas. Estos regresan a la tierra para llenarla de frutos, flores, de de vida y belleza... nos aludía un compañero antropólogo al final de la ceremonia. la fiesta continúa, pero con el tiempo suficiente para instalarnos en ese anfiteatro tan cómodo, un poco agobiado por el calor que ese sol resplandeciente descarga sobre todos sin discriminación.
Disfrutamos del baile de la "Yancuitlalpeña", el grupo danzante que arribó de la vecina Magdalena Yancuitlalpan, acompañados paralelamente por sus músicos y los instrumentos típicos. Música autóctona con sonajas enmarcan la danza de los negros (enmascarados) de San Bernabé. La "danza del jarabe mixteco", la "chichipelada", el baile del panadero, entre otros, entretienen y regocijan a los asistentes, quienes motivan sus intereses permanente. En tanto a nuestro paso surgen humildes campesinas de Santa Lucía, con sus blusas de paño tan elegantes como las muchachitas de Santa Gabriel Chilac que las exhiben adornadas con lentejuelas, mientras portan pintorescas canastas de palma con flores naturales. Atravesaron ríos y montañas, a veces a pie, en mula o utilizando polvorientos camiones para embellecer esta mágica fiesta del Huey Atlxcayotl. Nos quedamos con un sabor mas que satisfactorio. Ese espíritu de entretener con música nativa, ese misticismo intacto que enorgullece a los nativos, esa habilidad para conmover sin tanto artificio y esa incansable generosidad por fomentar el patrimonio común vibrarán en el recuerdo hasta otro septiembre en que la huella de Atlixco de las flores nos vuelva marcar, compartiendo mitos y creencias y una ancestral forma de ver la realidad que aún mantiene vigencia.
CON ORGULLO, MUJERES ORIGINARIAS DE MAGDALENA YANCUITLALPAN, PEQUEÑA LOCALIDAD DEL ESTADO DE PUEBLA, LUCEN TOCADOS EN LA CABEZA ELABORADOS POR ELLAS MISMAS MIENTRAS DANZAN PORTANDO CANASTAS CON OFRENDAS DE FLORES QUE TAMBIEN PREPARARON CON ESPECIAL DETALLE PARA LA FIESTA DEL HUEY ATLIXCOYOTL.
R
REVIVIENDO COSTUMBRES ANCESTRALES , SE LLEVA A CABO LA "DANZA DE LOS NEGROS". LAS PINTORESCAS MÁSCARAS REVELAN EL MISTICISMO Y LA CREENCIA ARRAIGADA DE LAS ETNIAS AQUÍ REUNIDAS.
GRUPO TOTONACA EJECUTA, CON GRACIA, UNA DANZA APACHE
OAXACA TAMBIÉN ESTA PRESENTE PARA RENDIR CULTO AL DIOS QUETZALCÓATL ANTE LAS INMINENTES COSECHAS. LLENO DE BELLEZA, UN BAILE TÍPICO DE AQUELLA REGIÓN, CONOCIDO COMO "SON TEHUANA", ES REALIZADO POR UN GRUPO DE ZAPOTECAS.
EN LAS ALTURAS, EL "CAPORAL" SUPLICA PROTECCION A LOS DIOSES ANTES QUE LOS DANZANTES INICIEN EL VUELO.