(Fidencio Escamilla Cervantes)
Ellos vinieron de allí, de la frontera,
Flacos, anémicos, muertos vivientes,
Infelices abortos de una estúpida guerra.
Cruzaron por aquí, aullando su dolor
Con aire de tristeza de un ánima en pena;
Se fueron hacia allá, a Guatemala
Inmensa podredumbre de escarnios y miseria
Y llegaron al fin a Nicaragua,
A empuñar las granadas para continuar la guerra.
Manos que sin cumplir aún los diez abriles,
Ya empuñan metrallas y fusiles,
Matando a soldadescas y a civiles,
Niños martirizados y serviles.
…y sin embargo, son niños también;
de carne y hueso,
con deseos de jugar a ser traviesos.
Los miraron venir entre las balas,
Danzando entre tanques y metrallas,
Se reían al correr ¡Vivas gritaban
A Rusia, a Cuba y Nicaragua!
Eran niños aún y ya luchaban
Con el mortífero rifle en sus manos y mil balas,
Único juego infantil que abrazó su alma,
Sin saber leer ni escribir,
Sólo matar a la especie humana.
…oh humanidad sufrida y maltratada
por científicos locos y embusteros
por fratricidas militares y estúpidos gobiernos
que pedazo a pedazo carcomen tus entrañas
con sus hocicos de fuegos.
Oh humanidad que miras a tus hijos
Por las trincheras muertos,
¿Qué será de los niños que juegan a las guerras
porque eso han inculcado todos los padres nuestros?
¿Porqué en historia y geografía
siempre hablan de guerras los maestros?
¿Es que no llega el amor y la fraternidad
a los oídos necios?
¿Porqué ese deseo de matarnos todo el tiempo?
¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué?
¡Que nos conteste el científico el secreto!
¡Qué nos conteste el militar sangriento!
¡Que nos contesten los estúpidos gobiernos!
¡Ellos quieren el fin! ¿Qué importa el hecho?
¿Qué importan los miles de harapientos?
¿Qué importa que el pueblo quede hambriento?
¿Que importan los niños en este avanzado tiempo?
…los niños de Guatemala…
…los niños de El Salvador.
…los niños de Honduras y Nicaragua.
Y los niños del sureste de nuestro México.
Eran niños aún; con ansia de iniciar el vuelo
Y encontrar un mundo mejor para su tiempo,
y quedaron ahí, con los brazos abiertos
y los ojos cerrados por los crueles sucesos.
Y quisieran huir al Universo
Y buscar otro mundo menos sangriento,
Pero las balas humanas los dejaron ciegos,
Les cortaron las piernas los cañonazos necios
Y quedaron sin brazos al agarrar el fuego.
Esos niños que aún son indefensos,
Se alimentan de pena y sufrimiento
Se cobijan de odios y lamento.
Y no dejan de ser niños… y aún traviesos;
Sólo que jugaron con bombas y armamentos,
En lugar de canicas, las granadas rodaron por el suelo,
Aprendieron a leer y a escribir contando muertos,
Las aulas del saber fueron los cuatro vientos
Y sus risas fueron tragadas por el odio y el silencio.
Ellos vinieron de allí: fue su trayecto,
Entre desnudos cedros y adormilados fresnos,
Entre las charcas grises y el matorral espeso,
Con ojos enrojecidos a causa del mal tiempo
Y una manos crispadas por culpa del frío intenso;
Sobrevivientes de una lucha sin causa y sin efecto
Más al fin guerra, nacida en América, en el centro.
Niños paisaje para el americano necio,
Niño idiota-útil para el castrocubano abyecto,
Niño comercial para el salvadoreño y
Para Guatemala y Nicaragua niño-cebo.
Más… siempre niño con vista de rascacielo,
Más… siempre niño con brazos de firmamento,
Niño otra vez con voz que rompe a los vientos,
Niño dentro del niño con tímpanos de silencio;
Más… niño al fin.
Y por tanto, inocente de alma y cuerpo.
Niños de Centro América ¡griten a los gobiernos!
Niños de todo el mundo ¡griten a un mismo tiempo!
¡Ya no más guerra! ¡Ya no más muertos!
Eran niños aún… niños con penas
Que su vida debió de transcurrir en una Escuela,
Aprendiendo a querer a la naturaleza, más,
Fueron hipnotizados por buitres sin conciencia
Y lanzados a una estúpida guerra;
Sus manos se endurecieron en las refriegas,
Sus ojos aprendieron a ver entre la obscura selva,
Sus pies avanzaron siempre entre caras desechas
Y sus almas se inyectaron de odio en las contiendas,
Transformando sus infantiles risas
En dramáticas muecas horrendas.
Eran niños aún… de vida escasa
y fueron sacados con lujo de fuerza de sus casas,
no importaron los ruegos y las buenas palabras,
los padres quedaron ahí, entre las llamas,
entre petróleo y los leños de la hoguera,
entre risas de mosco y gusanera,
entre gritos de sal y puños de arena,
entre hienas que gimen por iniciar la guerra.
Eran niños aún… por eso lloró la tierra,
Eran pedazos de carne con piel de transparencia,
Eran almas pequeñas, como las hojas tiernas,
Pero el fantasma de la lucha
Les transformó la conciencia,
La mirada transparente la convirtieron en piedra
Y sus cuerpos infantiles fueron tanques de guerra.
Eran niños aún… y así cayeron,
Entregaron una vida que jamás vivieron,
Quedaron como niños mártires ante los ojos ciegos,
Fueron experimentos útiles ante los sabios necios,
Fueron carne de cañón para los mil gobiernos.
Esos seres que regados quedaron por el suelo,
No merecieron ni un corto minuto de silencio,
Ni siquiera un crucifico oscuro y macilento,
Ni una medalla al deber como inmortal recuerdo,
Ni un escrito final, ni un monumento,
Simplemente cayeron porque tenían que caer:
Los niños de la guerra, de esta estúpida guerra…
Ya están muertos.