En lo alto de una abrupta serranía
apostado se encontraba un regimiento
y una moza que valiente lo seguía,
locamente enamorada del sargento.
Popular entre la tropa era Adelita,
las mujer que el sargento idolatraba,
porque a más de ser valiente era bonita,
y hasta el mismo coronel la respetaba.
Y se oía, que decía,
aquel que tanto la quería:
Soy soldado y la Patria me llama
para sus campos, que vaya a pelear
Adelita, Adelita de mi alma,
no me vayas por Dios a olvidar.
Si Adelita se fuera con otro,
la seguiría por tierra y por mar,
si por mar en un buque de guerra,
si por tierra en un tren militar.
Y si Adelita quisiera ser mi novia,
y si Adelita fuera mi mujer,
le compraría un vestido de seda
para llevarla a bailar al cuartel.