Como un espejismo rojo y gualda,
bajo el fulgor crepuscular te irisas,
mientras el sol desmayase sin prisas,
de tu recio horizonte por la espalda.
El día va muriendo y te deslizas
de la cálida noche por la falda,
mientras el amor deshoja su guirnalda
de besos de promesas y sonrisas
Así, Nuevo Laredo, como broche
prendido en los cabellos de la noche,
que brillan al morir el postre lampo.
te muestras esplendente y orgullosa
con el sutil aroma de una rosa
en la callada soledad del campo.